La introspección nunca había sido su fuerte. Había crecido convencido de que, si no esperas nada y nada obtienes, no puedes sentirte decepcionado. Si no permites que nadie te quiera, nadie te romperá el corazón, y si buscas lo peor de la gente, siempre lo encuentras. Se había mantenido a salvo gracias a tales convicciones.
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