domingo, 1 de enero de 2017

Sé que no tiene motivos para mentir. Sin embargo, cuesta relacionar este gran montículo con la realidad de las personas que descansan bajo él, de carne y hueso. El cielo está tan vacío como siempre, el mundo está callado. Mis oídos capta el viento, el susurro de las hojas, el lejano gorjeo de un pájaro. La calma de la naturaleza tranquila. No puedo evitar preguntarme cuánto tiempo tardarán los arboles y la hierba en devorar estas tumbas, cuánto tiempo pasará hasta que sea imposible saber si enterraron a alguien aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario