Desde hace un tiempo me siento como si
estuviera en una burbuja. Una burbuja en la que dentro es mi lugar de confort,
donde me siento bien; pero también es el lugar en el que todo lo de fuera da
miedo.
Un lugar en el que la parte exterior
es todo aquello que aún no he conocido y, que por el miedo, sé que no voy a
conocer pronto. Porque por mucho que cueste admitirlo en nuestro interior somos
nosotros mismos, somos nuestra casa, hecho que se magnifica en nuestros momentos como: los paseos
del mediodía, mis comidas, mis tardes y noches solitarias; todo lo demás da simplemente miedo. Miedo que me frena a realizar todo lo pensado, que hace que me
quede parada en un momento del pasado que no me deja avanzar. Un pasado que no
habría deseado ni para mí ni para mi peor enemigo, porque es un pasado oscuro,
solitario, miedoso que tuve que vivir sin elegir, obviamente. Pero que me
enseño muchas cosas y una de ellas de la que no estoy orgullosa, fue la
inseguridad. Una inseguridad que se me formo y que aun a día de hoy no ha
parado de crecer. Una inseguridad que me hace tener más miedo y
hace que en mi circulo de confort se minimice por momentos, tanto que cada vez
más cosas me incomodan o hacen que me sienta mal al realizarlas. Porque todo lo
que a día de hoy me hace estar en paz es estar sola y durante tanto tiempo que ya se convierte en algo tóxico...
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