jueves, 1 de junio de 2017

No todo el mundo sabe apreciar lo que tiene a su alrededor. Ya no me refiero a las personas que tiene a su lado. Sino a las personas que, por ejemplo, pasan siempre por una calle y no se dan cuenta de que allí hay un precioso grafitti. O que nunca se han parado a oler las flores del jardín de su vecina, que tienen una fragancia dulce y delicada. O que nunca han apreciado un momento de silencio, pero eso también puede ser porque no aprecien las grandes lecciones de una buena conversación. O que nunca han prestado atención al sonido del mar una mañana de diciembre. O al magníficos viento que ondea su pelo mientras dirige el rumbo de su bicicleta.

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